Es bien sabido que en ocasiones el amor ciega, es cierto, esta no es una excepcion...
El lugar más oscuro de la tierra era su corazón. Un lugar deshabitado, donde ningún hombre habitaba. Un lugar gélido. Muchos habían intentado conquistarlo, pero ninguno tenía éxito. Solo uno lo había logrado, pero él fue el único y el último.
Ella, desalmada, vivía sola en un rincón de un abismo sin final. Su corazón había sido cruelmente desgarrado por un despiadado caballero, a quien ella no le importaba. Antes, su corazón era un lugar lleno de vida, donde el aire era fresco, puro. Un día ella se lo entrego, pero él lo tomo entre sus manos y luego ferozmente le atravesó una daga. Ella cayó al suelo, y murió. Se volvió una persona sin amor, sin felicidad, y todo por entregarle su corazón, su tesoro a la persona equivocada. Viva hundida en la tristeza, su cuerpo estaba vacío y desolado.
Al poco tiempo al lugar donde ella vivía, llego un caballero. Entre la oscuridad del lugar vio la figura de la mujer y se acerco a ella preguntándole que hacía en un lugar como ese. Ella le contesto que pagando una gran equivocación amorosa. El dijo que también había sido enviado a viviera ahí, y todo por culpa de una doncella que no le correspondió su amor.
Ella le pregunto quién había atravesado su corazón.
Él le dijo que el mismo lo había hecho.
-¿Por qué?- pregunto la mujer.
-porque no tenía caso amar, si no estaba con la persona que más amaba- le dijo el caballero entre lágrimas.
-¿y quién era esa cruel dama que no te correspondió?, ¿Quién pudo ser tan fría como para haber hecho eso?- pregunto ella.
-Nada más y nada menos que la doncella llamada Alessa, del pueblo de la costa- dijo él- ella amaba otra persona, que termino matándola, atravesándola con una daga. ¡Si supieras cuanto la amaba!- exclamo entre llanto- pero ahora es muy tarde, y ahora que estoy muerto, no le puedo decir cuánto la quería. Pero algo se, ella a mí no. Pues a cada momento, iba siguiendo al hombre más arrogante y orgulloso, un hombre que no la amaba de verdad, y ella creyó sus mentiras. Ya hora esta…
-muerta- interrumpió entre sollozos la mujer, que de sus ojos se escurrían lágrimas. Lágrimas que denotaban una angustia muy profunda, pues había cometido dos grandes errores en su vida, y que ahora no los podía arreglar, y todo por culpa de un mal amor: uno que no le correspondieron y uno que no correspondió.
