<<Viento…eso es lo que ahora siento en mi rostro. Richard me toma de la mano y me intenta hacer reaccionar. Su pueblo persigue al mío. Mi gente se esconde, y el intenta protegerme. Esos malditos encienden con su fuego nuestros hogares>>
Estos últimos días he tenido extraños sueños, todos relacionados con un misterioso joven. Le he contado a mi madre, y ella me dice que solo son cuentos. No lo creo.
-pero… - dije balbuceando y mirando mi taza de té- ¿Qué significa ver ese fuego en el pueblo? ¿Significara destrucción?
-Lily- dijo mi madre tomándome las manos- Se tratan solo de sueños, tu imaginación- me acaricio el cabello- son solo pesadillas.
Mire a los ojos a mi madre, y creí en sus palabras, (aunque en el fondo algo me decía que no era del todo verdad) Me olvide del asunto. Durante varios días, seguí con el mismo sueño, una y otra vez. En las noches me levantaba envuelta en sudor y con episodios que desparecían en un abrir y cerrar de ojos. Lo que me traten de decir, que suceda y punto. Estoy dispuesta a saber qué es lo que está ocurriendo.
Una tarde, Salí al pueblo para ir por víveres. Y en el centro, vi reunido a una gran muchedumbre. Me escabullí entre la gente tratando de ver que es lo que pasaba. Me alce de puntillas, y pude ver a unos hombres extraños. Llevaban largas capuchas negras, y todos hablaban de una forma muy rara.
-¡buenos días!- dijo el líder de ellos- somos viajeros que venimos en busca de hospedaje. Hemos caminado muchas millas en busca de un lugar para descansar. ¿Nos dejaran entrar a su pueblo?
Los aldeanos se miraron los unos a los otros. Sus miradas inspiraban dudas. En eso, por entre la turba paso el alcalde y habló.
-¡buenos días viajeros!- dijo con recelo-temo no poder acceder a su petición. Les recomiendo buscar otro pueblo, pues lo que piden, no se los podemos dar a ustedes.
-te lo rugeo- replicó el viajero- hemos viajado mucho. Por favor, entre nosotros viajan muchos niños y ancianos, pido piedad.
El alcalde pensó deliberadamente un momento.
-¿Habréis dicho niños? – Preguntó lentamente el alcalde- si es así, quizá podre considerarlo un poco. Solo una noche, y eso será todo. He dicho.
El alcalde se retiró y los aldeanos se quedaron petrificados. No les agradaba la idea que forasteros extraños invadieran su pueblo. Ellos lo veían como una invasión.
Ahora veo como todos se retiran en silencio a sus cabañas, pues es tarde ya, y no deben estar en el centro, pues resulta peligroso porque los lobos merodean por el lugar. Vi como los misteriosos hombres se alejaban buscando las partes altas del pueblo. De pronto, vi al ser más hermoso que mis ojos pudieron contemplar. Sus ojos eran profundos, he hicieron que cayera rendida ante ellos. El me miró también y me regresó la mirada de una forma aún más cautivadora. Sus labios recitaban algo en silencio. Ambos parecíamos perdidos en el espacio en ese momento: solo nosotros dos.
El jefe de su tribu le dijo que avanzara, y fue así como término ese mágico momento en el que nuestras miradas se cruzaron.
Caminé de regreso a mi casa, iba algo pensativa. No podía dejar de pensar en el. ¿Cuál será su nombre?, ¿De dónde vendrá? , todas esas preguntas me cuestionaba. Por fin estuve a la puerta de mi casa. Mi madre me abrió.
En la mesa una suculenta comida me esperaba. Me senté con mi madre a cenar.
-¿Sabes que hay forasteros en el pueblo?- le pregunte a mi madre.
-Sí, lo escuche- me respondió con la mirada puesta en el horizonte. Un m omento calló y luego siguió hablando- No me agrada la idea, ¿sabes? No me gusta que los extraños entren a nuestras tierras.
No dije nada y seguí comiendo.
-Lily- dijo de improviso mi madre- ¿Puedes salir a buscar unas sabanas al granero?, creo que esta noche ara frio.
-seguro- le dije y me levante para ir camino al granero.
Afuera, un frio que me helaba la sangre rosaba mi piel. Fui presurosa hasta el granero, pues el frio era bastante intolerante. De pronto, un extraño sonido se escucho desde lo más profundo del bosque. Yo reaccione inmediatamente. Mis ojos no vieron a nadie. De pronto, una sombra se cruza entre el follaje. ¿¡Quien es!?- pregunte con algo de miedo. De pronto, un joven apareció tendiéndome un arco. Yo me eche para atrás.
-sangre...de un Finsterro- me dijo poniendo la flecha muy cerca de mi cuello- un valioso regalo para el gran jefe.
-No me hagas daño- le roge y la luz de la luna ilumino mi rostro. El al verlo soltó el arco y retiro la flecha. Se veía espantado. Se aportó y desesperado se alejó.
Apenas comprendí que era lo que me sucedió. El episodio se repitió mil veces en mi cabeza. Regrese en mi y volví adentro de la cabaña. Ahí adentro todo se veía normal. No quise decirle nada a mi madre para no preocuparla, así que le dije que no tenía más hambre y que me permitiera irme a mi habitación. Ahí me quede dormida. Me desperté varias veces en la madrugada chillando, de nuevo las pesadillas regresaron. Abrí bruscamente los ojos, y me di cuenta que aún era madrugada. Me acerque a la ventana y pegue mi palma y nariz al vidrio. Ahí, pareció el rostro de un joven. Me miro y me clavo su mirada. De nuevo me quede petrificada.
No dijo nada, pero era como si el tiempo de detuviera...
Parpadeé, y me encontré acostada en la cama con un par de sabanas encima. “¿Habrá sido solo un sueño todo lo de anoche? Me pregunte. No, no pudo ser, lo de anoche tuvo que haber sido real- me asegure. Y estaba en lo cierto, había sido completamente real. Pero ahora cientos de preguntas inundaban mi cabeza. ¿Quién era el de anoche que la amenazo, y después de ver su rostro huyó?, ¿Estaba todo esto relacionado con la llegada de los forasteros? Estas preguntas me atormentaron por un rato hasta que concilie el sueño de nuevo. A la mañana siguiente, me desperté y baje a tomar el desayuno. Me encontré con mi madre. Sostenía débilmente un tarro de miel en una mano y un trozo de pan en otra, lucia preocupada.
-¿ocurre algo madre?-le pregunte
-todo bien Lily- en sus ojos había algo de mentira.
-Me estas mintiendo- le dije- dime la verdad- le pedí.
-Bueno- aceptó- ha ocurrido algo en la parte norte de la aldea, un incendio inexplicable, ayer por la noche.
Me sorprendí y abrí los ojos que aun estaban un poco somnolientos.
-¿Inexplicable?
-Sí, nadie sabe que lo provocó.
-¿Ni siquiera los centinelas, lo que vigilan el bosque?
-Nadie- dijo con voz cortante.
Extraño suceso el que me contaba mi madre, en más de 200 no había ocurrido algo parecido y no había forma de que se iniciara un fuego sin explicación alguna. Alguien tuvo que haber visto algo. Me levante de la mesa- sin terminar mi desayuno aun- y Salí a investigar por mis propios medios. El clima era frio, así que tome un abrigo que me protegiera.
Salí y atravesé el bosque, y justo cuando me acercaba al arroyo, escuché algo por entre el follaje. Siempre llevaba una pequeña daga conmigo, solo como protección, la empuñe y me estuve alerta. Alguien me tomo por detrás y me tiró al suelo. Me cubrió la boca. Impotente, no tuve otra reacción que la de usar la daga inmediatamente, pero me di cuenta que se trataba del mismo joven que venía con los forasteros.
-Guarda silencio y espera a que pase el peligro- me dijo evitando que me levantara.
-¿Peligro?- apenas pude preguntar.
-Hazme caso, confía en mí- me pidió.
Puede ver que bajo los arbustos había cientos de pies marchando hacia el pueblo. Pies pesados, con yelmos y largas vestiduras que eran arrastradas por el suelo. Cuando se alejaron, en silencio el misterioso joven me ayudo a ponerme de pie.
-¿Por qué me lanzaste contra el suelo?- le pregunte un tanto agresiva.
-Porque si te venían, seguro y te queman- me respondió.
-¿A qué te refieres?- le pregunte.
-Hay algo que te debo mostrar- me dijo- se la razón por la que has venido al boque, te he estado vigilando desde que saliste de casa. Ahora ¡sígueme!- me ofreció su mano. Se la tomé y camine con él hasta donde me guiaba. De alguna manera confié en el.
Me llevo hasta donde estaban las cenizas del incendio. Era la aldea de Ausden, donde vivía mi abuela. No podía creer lo que veía. Un panorama gris y seco. Muerte y destrucción.
-¿Quién hizo esto?- caí de rodillas y rompí en llantos- ¿Dónde está mi abuela?
-Tranquila- me calmó y me tomo de la mano para levantarme- Esto ha sido obra de mi pueblo. Los Brujos sombríos.
Lo mire he hice que se apartara de mí, no podía confiar en el sabiendo que su gente había sido la que había iniciado el fuego, acabando con la vida de mi pobre abuela.
-Tu pueblo mato a mi abuela- le dije llena de rabia- ¡Quiero que se larguen y no vuelvan!
-¡Tranquila! ¡Por favor!- me pidió sereno- No lo entiendes, yo no soy como ellos, yo he venido aquí a advertirte a ti y a tu gente que deben irse. Los brujos no los dejaran en paz hasta que les saquen el alma a todos ustedes, eso usan para sus rituales y brujería. Están buscando una manera de obtener esas almas.
-¿Y por qué no se van ustedes?, nosotros estábamos en paz antes de que llegaran.
-Es que no lo entiendes, mi clan no se ira, no hasta destruir tu aldea y obtener lo que quieren- me dijo preocupado- van de pueblo en pueblo pidiendo alojamiento, pero secuestran personas para usarlas en sus ritos, yo los he visto, son horribles.
Lo escuche con atención manteniéndolo alejado con mi daga.
-Yo soy el hijo del líder de la tribu. Me presento, mi nombre es Richard, hijo de Lepold, el grande. Vengo de la tribu de los Brujos errantes.- dijo. No me acerque.- pertenecemos a una secta secreta dividida en tres clanes. Los Runi, los Dardi y los Erdi. Cada una de estas sectas, le deben rendir cuentas al brujo mayor, quien es mi padre. Se debe pagar: sangre, almas y cuerpos. Sangre para beber, almas para protegernos de demonios, y cuerpo para rituales. Mi clan, los Erdi, antes buscaba almas, pero desde que regresó mi padre de un largo viaje, se ha unido a nosotros y nos ha hecho buscar los tres.- calló un momento. Luego prosiguió- Siempre he creído que lo que hace mi clan es horrible, destruir y acabar con aldeas enteras, solo por rendir culto a creencias inservibles y absurdas. Me he opuesto muchas veces a lo que hacen, por eso entro en constante conflicto con mi padre. Mi hermana Heli, es su favorita, ella es el hijo que siempre soñó que fuera yo. Nunca lo conseguirá. Con el tiempo, descubrí que tenía una magia poderosa, anormal a la de cualquiera que mi tribu. Pero no demasiado como la de mi padre. Usaba mis poderes con la intención de alertar a los pueblos a los que nos acercábamos para informar a la gente sobre nuestra llegada, y lo que haría mi clan una vez allí. A casi dos semanas de llegar aquí, busque infiltrarme en los sueños de alguien. Finalmente lo logre. Cuando vi tu rostro, supe que eras tú la persona a la que me había logrado entrar en sus sueños. Reconocería ese hermoso rostro donde fuera.
-¿Eres tú a quien vi en mis sueños por algunas semanas? dije lentamente rodeándolo- ¿Sabes mi nombre?
-Si- me dijo con una gran seguridad.
-Dime cual es- lo reté.
.Liliana Maratinz, hija de Aurina, señora de las flores- me dijo claro y corrido. Me quede asombrada. No lo podía creer, dijo mi nombre con una perfecta claridad y sin tartamudear.
-Si eres tú- deje que la daga se resbalara de mis manos y caí de rodillas. Tanto tiempo- musite- mi madre dijo que solo eran cuentos, fantasías. Pero ahora resultan ser verdad. No eran solo un sueño.
-Eran advertencias- objetó Richard- advertencias que no escuchaste, y ahora es tarde, mi pueblo ya comenzó a destruir al tuyo. Debo buscar una manera de hacer que mi padre cambie de opinión y se valla.
-¿Cuán difícil resultara eso?- inquirí.
-Un poco, mi padre no es un hombre fácil de trato- me dijo con cierta preocupación. Pero no temas- dijo- tu familia estará a salvo por un tiempo. Alrededor de tu casa invocare un conjuro para que desaparezcas de los ojos del Gran Mago.
-¿Y eso por cuánto tiempo durara?- le pregunte.
-No mucho- me respondió- es por eso que tú y tu familia deben irse cuanto antes.
-Pero no me puedo ir solo así como así- dije- necesitamos tiempo para movilizar y avisar a todo el pueblo.
-Tiempo, queda poco- dijo- , es lo menos que tenemos. En cuanto a todos los demás, tendrán que esperar. ¡Sígueme!- me dijo y me acercó a un círculo mágico. Me tele transportó hasta la cumbre de la montaña, donde había un gran y verde bosque de encinos. En los troncos estaban trazados extraños símbolos con forma triangulas y un especie de fuego en medio. Bastante curiosos. El aire era frio arriba, así que me prestó su gabardina. ¿Puedes ver esas llamaradas a lo lejos?- me señalo el claro del bosque.
-Segura- me tallé los ojos.
- Mi padre están preparando algo, lo presiento- dijo y bajo rápidamente el sendero.
Lo seguí con la mirada y vi que se estaba alejando.
-¿Planeas dejarme aquí?- inquirí consternada.
-Por lo menos hasta que descubra que es lo que planea mi padre- me dijo- este es el único lugar al cual no pueden entrar, es un bosque profanado por las energías de luz, eso daña y hiere a cualquier mago. Estamos a doscientos kilómetros de tu pueblo, tres días a caminata. Es aquí a donde debemos traer a tu pueblo, el único lugar en el que estarán a salvo de mi Tribu.
-Espera, Si los magos no pueden subir aquí, y tu eres uno, ¿Por qué no te sucede nada entonces?- pregunte asombrada.
-No debo…- respondió cabizbajo y me mostro sus manos. Con heridas y sangre fluyendo, como si se hubiese pasado encima espinas de rosa. Me sorprendí.
-¡Estas herido! , debo buscar algo con que sanarlo- dije y trate de buscar algo con lo que pudiera cubrirlas.
-¡No!, solo son temporales- me dijo- mientras este en este lugar mis heridas se agravaran más y más, quizá pueda morir desangrado. Pero si me voy, desaparecerán. No tienes idea de cuánto sufro en este momento. Me cuesta trabajo poder respirar con este aire tan sofocante.
-Entonces debes irte- le dije- quedarte solo te lastimara.
-Me iré solo si prometes quedarte aquí hasta que regrese- me pidió.
- lo hare- acepté.
Se alejo a grandes trancos de mí. Arrastraba sus pies por el suelo y en su cara había algo de dolor. Finalmente desapareció.
Capitulo 2: Awerdgard.
Espere durante varias horas el regreso de Richard. El sol se oculto y las estrellas comenzaron a aparecer en el cielo. La luz desapareció y quedé en completa oscuridad. Sentada y cruzada de piernas fue como espere pacientemente. Eran ya cerca de las diez de la noche, y aun no se le veía a Richard por ninguna parte. “Lo sabía, sabía que no podía confiar en alguien como él” me dije. “Quería dejarme aquí para luego volver con los suyos, y entregarme a ellos, lo sé” y en eso, se escucho un misterioso ruido que se escuchó de entre el follaje. Me levante. Detrás sentí una mano.
-He vuelto- me dijo una voz, y al voltear me di cuenta que se trataba de Richard.
-Pensé que te habías olvidado de mi- le dije asertivamente.
-Nunca, pero regresar hasta acá me costó trabajo- me dijo- Fue realmente difícil que me dejaran venir sin cuestionarme de a donde me dirigía. Mi hermana Heli hacia muchas preguntas, más que mi padre mismo.
-¿Y qué investigaste?- inquirí.
-No buenas noticias, al parecer…-dijo con cierto aire de preocupación.
-¿Malas noticias has dicho?- pregunte consternada.
-Sí, mi padre planea esta madrugada entrar de nuevo al pueblo e incendiar el centro. Debo ir y avisar lo antes posible. Tú debes quedarte aquí.
-¡No!- replique- No me quedare aquí. Debo regresar con mi familia.
-Entiende que estarás segura aquí- alzó la voz.
-No puedes obligarme, debo irme- dije algo enfadada.
-Debes quedarte, entiéndelo de una vez- dijo el ahora también enojado.
-¿Por qué te importa tanto que me quede aquí?
Agachó su cabeza y suspiró. Porque no quiero que nada te pase, no quiero que mi padre te dañe- dijo lentamente. Sus palabras salieron letra por letra de su boca. De verdad sentí sinceridad en esas palabras. Me conmovió. Has sido la joven más bella que mis ojos han vislumbrado en mi corta vida. No quiero perderte.
-Y no lo harás- le dije apoyando mi mano en su regazo.
Ambos enmudecimos. Finalmente dije: -Si en verdad te preocupa mucho mi regreso, me quedare aquí, solo envíale una nota a mi madre para que sepa que estoy bien.
-Lo hare, escribe en el suelo tu mensaje, yo me encargaré del resto.
Escribí mi mensaje y luego sacó una varita de su gabardina. Recitó unas palabras y volvió la tierra una fina hoja de papel. Me la entrego. Tu nota esta lista- dijo- se la llevare a tu madre lo antes posible, y avisare que deben Salir del centro.
-Te esperare, no olvides regresar- le dije entre risas.
-No lo hare- me dijo mientras se alejaba. De nuevo se iba.
Lo seguí con la mirada hasta que se perdió a lo lejos. Me acosté en la hierba y mire el cielo estrellado. Me quedé dormida. Las primeras horas del alba. Luego algo me zarandeó, era Richard, de nuevo había regresado.
-¡Debemos irnos!-exclamó alterado.
-¿Qué sucede?-pregunte apenas abriendo los ojos.
-Se trata de mi hermana- dijo apresurado- Le ha dicho a todos sobre nuestro secreto, estarán aquí en poco tiempo. ¡Van a blindar el bosque! Y después, tu pueblo será quemado. Tu madre sabe que estas aquí, pero no sabe que un ejército entero se aproxima al pueblo. Debemos avisar.
Richard me tomó de la mano, y ambos empezamos una carrera hacia el claro. Los ejércitos de los magos oscuros venían en camino. Después, a lo lejos pude ver pies. Nos cerraban el paso. No había forma de salir. Nos tenían acorralados. Richard comenzó a sangrar. Eran los efectos del bosque. Me asuste, y me detuve. Le pregunte si estaba bien, y me dijo que sí, pero sus heridas decían lo contrario. Los brujos encendieron antorchas y empuñaron las espadas, esperaban nuestra salida. Prendieron fuego, y el humo nos hizo caer al suelo, ambos nos asfixiábamos. A Richard le escurría la sangre por las manos, era obvio que no aguantaría más, así que decidí salir. Afuera, las espadas me esperaban
-Por favor, déjenos en paz a mí y a mi pueblo- dije entre llanto y los hombres me tomaron de la mano, y no me apretaron- ¡déjenme!- ordene-Richard necesita de mi ayuda. El aun está adentro, el humo no lo deja respirar. Por favor, déjenme ir en su auxilio.
-Su castigo será la muerte, y el tuyo…también- dijo uno de los hombres, era el más alto y temible de todos. Su nombre me helo la sangre. Awerdgard. Sombrío y tenebroso, con solo mirarlo, temblaba. De un tamaño que intimidaría a cualquiera, y con una varita con la que me amenazaba.
-Lamento que ese sea el final de mi hijo- dijo solemnemente- pero a todos nos traiciono- dijo envuelto en furia, ¡Que arda en el infierno!- me apunto con su varita, y luego estuvo a punto de pronunciar un hechizo. En eso, del bosque una figura envuelta en humo apareció, le acerco algo al pecho de Awerdgard. El pego un chillido agudo, y lanzo lejos a la misteriosa figura. Azoto fuertemente contra el piso. Cuando me di cuenta, vi la cara de Richard, me estremecí y me acerque a él.
-¡Richard, Richard!- le decía zarandeándolo. Sus manos estaban llenas de sangre, y una de ellas tenía un misterioso símbolo. Cuando su cuerpo inmóvil lo dejo, advertí que su mano parecía como si le hubiese caído algún tipo de acido. Richard reacciono.
-No es el bosque a lo que le temen- dijo con una voz que inspiraba dolor- se trata de estos símbolo, todos los arboles de ese bosque los tienen, a eso es a lo que les tenemos. Simbolizan energías de luz. Ataca a mi padre con él, así lo destruirás- dijo y su mano calló inmóvil.
Me llene de valor, y tome el símbolo. Se lo mostré amenazante a Awerdgard. ¡Aléjate!- le ordene. Se apartó.
-El símbolo- musito, y despareció. Se esfumo en una nube de humo, los demás lo siguieron. Deje caer el símbolo y regresé hasta donde estaba Richard. Lo encontré en muy mal estado, diría que al borde de la muerte, eran heridas muy graves. No solo en sus manos, sino que también en el resto de su cuerpo. Entre más tiempo permaneciera cerca de ese bosque, más emporaría. No tenía muchas fuerzas, y lo primero que se me ocurrió fue arrastrarlo colina abajo. Era pesado, pero mi corazón me decía que todavía estaba vivo. Conforme me alejaba, sus heridas sanaban. “Detente” me dijo “Me siento mejor” y se levantó. Me detuve. No me contuve y lo abrace en cuanto lo vi de pie.
-¡Oh! Richard- dije ahogada en llanto- temía tanto por ti.
-No te preocupes, estoy bien- me calmo- Pero ahora lo que me preocupa es mi padre, se ha ido.
-¿A dónde pudo haberse marchado?
-Lo más probable es que todavía este en el pueblo, y ahora sus intenciones son otras. Va tras tu familia.
Me horrorice, sabía que esto ahora era personal, y era mi turno de enfrentármele.
-Llévame entonces al pueblo- le pedí- tengo cuentas que arreglar con tu padre.
No dijo nada, pero me tomó de la mano, y luego agito su varita. En un abrir y cerrar de ojos estuvimos de nuevo en el pueblo. Una vez allí, todo estaba gris. Una enorme nube de humo y fuego envolvía el pueblo. Era obvio que la venganza de Awerdgard había empozado, atacando a mi pueblo.
-Richard- le dije intentando respirar- Trata de encontrar a mi madre, junta a toda la gente posible, y sácala del pueblo. Yo me encargare de tu padre.
Camine, pero Richard no me dejo irme.
-Es peligroso, mi padre te matara.
-Tú me pediste que confiara en ti una vez- le respondí- es momento de que me devuelvas el favor. No le temo a la muerte. Tal vez no regrese, y esta será la última vez nos veamos.
-Si entonces esta será nuestra despedida…-dijo y acerco sus labios a mí. Fue un momento en el que todo alrededor se detuvo. Era el primer y último beso de Richard. El último quizá, había cosas inciertas que me esperaban. Nuestro corto beso termino, y me miro tiernamente. Cuídate mucho- me dijo, y en sus ojos aparecieron lágrimas.
-Fue un placer haberte conocido- le limpie las lagrimas, y finalmente me aleje.
Capitulo 3: Final
Ambos nos volvimos a separar. Atravesé la nube de humo con mucha dificultad. Pero a pesar de eso, el humo no nublaba mi corazón. Si Awerdgard le había hecho algo a mi familia, me vengaría sin importarme nada. De pronto, sentí un golpe. Caí al suelo. Volteé y me di cuenta que se trataba de una mujer.
-¡Levántate!- me ordenó.
Alcé la vista y pude ver su cara espeluznante. Ceniza como un nubarrón gris, y sus cabellos negros que le caían hasta la cintura. Y ni que decir de sus ojos, rojos como la sangre. Me lanzó una espada.
-Pelea ahora-dijo- Devuélveme a mi hermano.
Inmediatamente imagine que quizá era la hermana de Richard, no me equivoque. Me atacó con su espada, pero yo la esquive. Le devolví torpemente el ataque, y no conseguí nada, salvo divisar algo de humo. Ella regreso, y llena de furia lanzo de nuevo otro ataque. Como no sabía nada de justas, lo único que hice fue correr. Ella me persiguió. Intentaba perderla en el humo, pero era hábil. Corrí hasta que llegué a un barranco. Mire hacia abajo.
-Creo que no hay escapatoria- me dijo con una sonrisa burlona- no seas cobarde, ¡ven y pelea!
Empuñe mi espada amenazante.
-No te acerques- le dije fríamente.- Si te acercas, me lanzare al vacio.
Ella rió.
-Eso seria estupendo- dijo.
-¿Sabes?, si me lanzó no tendrás el placer de matarme.- dije sutilmente y cambio su expresión burlona por una más seria. Miro atenta mis movimientos. Piénsalo- continúe- Si tu padre te ha enviado a matarme, técnicamente no habrás logrado tu cometido, y yo hare de mi muerte por mis propias manos. Si te acercas, daré un paso más hacia atrás, y quizá muera en la caída.
-¡Alto!- me ordenó- no te muevas, podemos arreglar esto. Regresa y tengamos una pelea justa.
-Eso hare en cuanto retrocedas.
Ella se aparto, y yo me alejé de la orilla. Su mirada no me inspiraba confianza. En eso, ella se fue contra mí. Me aparte, y calló por el barranco. Su final, triste en verdad. En vida solo intento complacer a alguien a quien nunca la quiso en verdad. No quería mirar atrás, y solo me concentré en buscar a Awerdgard. Cuando regresaba al pueblo, la nube de humo se incrementaba cada vez más. En el piso había algunos cadáveres. En uno de ellos, estaba el símbolo de la energía de luz. Lo tome de y se lo arranque de las manos. “ahora me servirá más a mí que a él” pensé, y me fui con dirección al centro.
-¡Awerdgard! ¡Sal de donde quiera que esté!- gritaba prácticamente al nada.
Sentí una flecha adherirse a mi brazo derecho. Pegue un grito de dolor.
-¿Veo que de nuevo nos encontramos?- me dijo una voz.
-Te equivocas, yo te he venido a buscar- le dije aspirando hondo. Quiero que te vayas del pueblo y no regreses nunca, tú y tu sequito de magos.- le ordene envuelta en una furia incontrolable.
-Lo que me pides es inaccesible- dijo- pero si deseas matarme, adelante. Harás exactamente lo que yo hice con tu madre. Richard me ayudo a hacerlo, el esta de mi lado. No pensabas de verdad que estaba de tu lado, ¿O sí? Como pudiste haber sido tan tonta, y no haberte dado cuenta antes. El fingió todo este tiempo.
Mis ojos se llenaban de rabia fulminante. No podía creer sus palabras.
-Fingió que salvaría a tu pueblo- prosiguió- fingió que era tu amigo. Fingió que eras importante para él. Fingió que te amaba.
-¡Mientes!- dije con mis ojos ahogados en lágrimas.
-Si tanto te ama ¿Por qué te abandono?
-No me abandono- replique- le pedí que buscar a mi madre.
-¿Para qué? Para que me contara quien era y luego me ayudara a matarla.- rió- debes aceptarlo, el necesita las almas tanto como yo, y sabe cuál es su deber y su misión dentro de este clan. No puede evadir su destino, el sabe que tarde o temprano lo afrontará. De no hacerlo, morirá.
Estaba destrozada. ¿Qué sentido tenía ahora seguir? Si Richard me había traicionado y mi madre había muerto.
-Mátame- rogué- que Richard me encuentre muerta. No lo quiero volver a ver.
Awerdgard de acerco a mí y saco una pequeña daga. La acerco a mi cuello.
-Qué bueno que entiendes nuestro cometido- me susurro. -Eres lista.
-Tanto como para hacer esto- dije y le acerque el símbolo al corazón. Inmediatamente se alejo. Por nada en el mundo se lo separe. El símbolo le estaba agujerando el pecho, y no faltaba mucho para que lo atravesara por completo. Finalmente cayó al suelo. Sus ojos estaban aún abiertos, y reflejaban odio. Había muerto al fin.
Richard apareció, y con el venia mi madre. Corrí a abrazar a ambos. Llore al saber que estaba bien.
No los solté.
-Me alegra que haya terminado- dije- Fue muy duro para mi haber matado a tu padre Richard.
-Es lo que merece.- me dijo.
-Me alegra verte sana ay salva- se acerco mi madre y me abrazó.
-Richard- dije lentamente- hay algo que dijo tu padre.
-dime.
-Que quiere decir: “sabe cuál es su deber y su misión dentro de este clan. No puede evadir su destino, el sabe que tarde o temprano lo afrontará” ¿A qué se refiere?
- A nada en especial- me calmo- tranquila, son solo palabras de mi padre, ya todo ha pasado. Ahora tú y yo podemos estar juntos. Váyanse ustedes a la aldea, tengo que despedirme de mi padre. Aunque lo odie, es mi padre y no puedo cambiar eso.
-bien, te veremos en la cabaña- le dije y me aleje con mi madre.
Richard solo se quedó allí parado, mirando el cuerpo caído de su padre…
¿Fin?
primera nota dedicada a una gran amiga: Liliana Isabel Martinez Martinez.
D.A. Enya.